El jazz, tal como lo conocemos hoy, ha evolucionado
enormemente desde sus inicios a comienzos del siglo XX. En el corazón de esta
evolución se encuentra la improvisación, un elemento esencial que distingue al
jazz de otros géneros musicales. Sin embargo, es importante entender que los
primeros enfoques de improvisación en el jazz no se limitaban a la actuación de
un solo músico, sino que incluían una práctica colectiva única que definía el
sonido primitivo del jazz.
Marcelo Bettoni
En el jazz de Nueva Orleans, la improvisación colectiva era
una característica esencial de la música. A diferencia de la improvisación
moderna, donde se espera que los solistas creen melodías nuevas e individuales,
en los primeros días del jazz, los músicos trabajaban juntos para crear un
tejido sonoro espontáneo y dinámico. Este enfoque no solo ampliaba las
posibilidades creativas, sino que también reflejaba la naturaleza comunitaria
del jazz de Nueva Orleans, donde la música era una experiencia compartida entre
los músicos y el público.
En el jazz de Nueva Orleans, la improvisación colectiva se
desarrollaba en una textura polifónica, en la que cada instrumento jugaba un
papel único y complementario. Mientras que hoy en día la improvisación tiende a
ser más solista y melódica, en este estilo primitivo los músicos de la sección
melódica (corneta luego trompeta, clarinete y trombón) y de la sección rítmica
(tuba, piano, guitarra, banjo y percusión) improvisaban simultáneamente en
diferentes capas sonoras, creando un conjunto armónico y melódico que se
desarrollaba en tiempo real.
La corneta, por ejemplo, llevaba la melodía principal,
mientras que el clarinete añadía una ornamentación rica y fluida, creando una
especie de diálogo con la corneta. El trombón, por su parte, complementaba con
una contramelodía o incluso se dedicaba a doblar el bajo, utilizando el
glissando como un recurso expresivo para agregar color y movimiento. De esta
manera, la improvisación colectiva no solo consistía en la intervención de cada
músico, sino en cómo sus contribuciones interaccionaban y se influenciaban
mutuamente para crear una atmósfera sonora única.
En la sección rítmica, la improvisación colectiva también
jugaba un papel crucial, pero de una manera diferente. Aunque la batería no
cumplía la función tradicional de sostener el ritmo de manera constante como lo
haría en el jazz posterior, su función era más expresiva, marcando los momentos
clave de la improvisación con toques en el bombo, platillos y redoblantes.
Estos pasajes, conocidos como "breaks", permitían que los solistas se
destacaran momentáneamente, creando espacios de tensión y liberación dentro de
la interpretación.
El piano, al estilo del ragtime, proporcionaba una base
armónica sólida a través de acordes y líneas de bajo, mientras que la tuba o el
contrabajo realizaban líneas de bajo en compases más simples, que evolucionaron
con el tiempo hacia el famoso "walking bass". Esta línea de bajo más
fluida enriquecía la estructura armónica y daba mayor libertad a los solistas
para explorar variaciones y adornos sobre el tema. La guitarra y el banjo, por
su parte, cumplían una función rítmica, asegurando que el ritmo se mantuviera
intacto y proporcionando un colchón armónico constante.
Aunque la improvisación colectiva era la norma en el jazz de
Nueva Orleans, el tiempo también trajo consigo un cambio hacia la
individualización de los solos. Con el tiempo, los músicos comenzaron a valorar
más los solos personales, donde la creatividad y la expresión individual
tomaban protagonismo. Sin embargo, incluso en estos momentos, el concepto de
"colectivo" no desapareció por completo. Los solos seguían estando
profundamente conectados con la estructura del conjunto, con los otros músicos
respondiendo y complementando la improvisación del solista, creando un diálogo
entre el músico principal y los acompañantes.
La improvisación colectiva en el jazz de Nueva Orleans
representa una de las características más distintivas y fundamentales de este
género. A través de la polifonía y la interacción dinámica entre los músicos,
el jazz primitivo no solo se construyó sobre la habilidad individual, sino
sobre la comunicación y el entendimiento colectivo entre los miembros de la
banda. Este enfoque sigue siendo una inspiración para los músicos
contemporáneos, recordándonos que, aunque la improvisación individual sea un
componente esencial del jazz, la verdadera esencia de este arte radica en la
capacidad de los músicos para crear juntos, en tiempo real, una música que es
tanto personal como colectiva, tanto libre como estructurada.
Fuente: https://lasrutasdeljazz.blogspot.com.