Hace tiempo que el perro dejó de ser una simple mascota y
pasó a ser parte de la familia. Tener uno no solo significa sumar un integrante
a la misma, sino que también podría ser una de las decisiones más beneficiosas
para la salud integral. Según la ciencia, este lazo especial entre humanos y
perros influye de forma directa en aspectos que inciden positivamente en la
calidad y expectativa de vida. Los mismos son:
Más allá de los datos de laboratorio, lo cierto es que
convivir con un perro:
Todo esto, en conjunto, se traduce en una mejora
significativa del bienestar general.
El perro activa la actividad física de las personas, ya que
quienes comparten su vida con un perro tienden a tener una rutina más activa.
Los paseos diarios, las salidas al parque y el simple hecho de moverse dentro
del hogar para atender sus necesidades promueven una actividad física
constante, algo clave para mantener una buena salud cardiovascular.
2 razones claves para tener un perro en casa
-A nivel emocional, el perro se convierte en un sostén
cotidiano. Su presencia ayuda a reducir la ansiedad, la soledad y los cuadros
de estrés. Para muchas personas, especialmente aquellas que viven solas o
atraviesan momentos difíciles, su perro representa un motivo para levantarse
cada mañana.
-El aspecto social también se ve impactado positivamente
porque los perros facilitan la interacción con otras personas, ya sea en
plazas, en caminatas o en espacios comunitarios, es habitual entablar una
conversación gracias a ellos. Este tipo de vínculos fortalece el sentido de
pertenencia y reduce el aislamiento.
Con un perro, la relación familiar mejora
En familias con niños, los beneficios se amplifican. El perro
enseña valores como:
Los adultos mayores también encuentran en los perros una
fuente de vitalidad porque los estimulan a moverse, a mantener horarios y a
sentirse útiles al cuidar de un ser querido que depende de ellos. Este
compromiso impacta positivamente en su estado anímico y en su conexión con el
presente.
Desde el lado del animal, el bienestar también se potencia
cuando el vínculo es sano y responsable. Una vida compartida basada en el
respeto, los cuidados, el juego y el afecto genera un círculo virtuoso donde
ambos se ven beneficiados.
Si bien tener un perro no es una receta mágica para vivir más
años, sí es un camino que puede dar más sentido, movimiento y amor a la vida
diaria. En ese intercambio constante de compañía y afecto, se encuentra una
fórmula poderosa para sumar bienestar.
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