Por Boppo
En los años 50, el legendario saxofonista Sonny Rollins
atravesaba una crisis personal. A pesar de su éxito, sentía que no estaba
tocando con la profundidad que deseaba. En 1959, decidió retirarse
temporalmente del escenario y comenzó a practicar cada noche... ¡en el puente
de Williamsburg, en Nueva York!
Lo curioso es que, durante una de esas sesiones nocturnas, un
joven que pensaba suicidarse se detuvo al escuchar el sonido del saxofón
flotando sobre el río. Se acercó, escuchó durante horas y finalmente decidió no
saltar. Años después, ese hombre escribió a Rollins agradeciéndole por haberle
salvado la vida sin saberlo.
Rollins nunca buscó reconocimiento por ese gesto. Para él, el
puente era simplemente un lugar donde podía tocar libremente. Pero esa historia
se convirtió en símbolo del poder transformador del jazz: una música que no
solo entretiene, sino que puede tocar el alma en los momentos más oscuros.
Fuente: Entrevistas a Sonny Rollins y artículos de The New
Yorker y NPR sobre su retiro al puente de Williamsburg.